UNEP (United Nations Environment Programme) define producción más limpia (P+L) como: “la aplicación continua de una
estrategia ambiental preventiva e integrada en los procesos productivos, los
productos y los servicios, para reducir los riesgos relevantes a los humanos y
al medio ambiente”. Esta definición está basada en la suposición de que no
existe la producción limpia como tal, pues cada proceso de producción genera alguna
forma de contaminación.
La producción más limpia se reconoce como un
enfoque importante para reducir los impactos ambientales en el mundo y para
guiar los desarrollos industriales hacia un desarrollo sostenible, tratando de
reducir de manera continua la generación de
contaminantes en cada etapa del ciclo de vida.
En el caso de los procesos productivos se orienta hacia la
conservación de materias primas y energía, la eliminación de materias primas
tóxicas, y la reducción de la cantidad y toxicidad de todas las emisiones
contaminantes y los desechos. En el caso de los productos se orienta
hacia la reducción de los impactos negativos que acompañan el ciclo de vida del
producto, desde la extracción de materias primas hasta su disposición final. En
los servicios se orienta hacia la incorporación de la dimensión
ambiental, tanto en el diseño como en la prestación de los mismos.
En la práctica, la aplicación del concepto de P+L, tanto en los sistemas actuales de producción
como en los productos y servicios, no significa una “sustitución en sentido estricto por otros
diferentes”, sino “mejorarlos continuamente”, bajo el entendido que las nuevas
tecnologías serán más limpias. De aquí, que producción limpia se
perfila como la meta que será alcanzada con las nuevas inversiones, en tanto que
la búsqueda sistemática del mejoramiento continuo, corresponde al concepto de P+L que obedece a
un proceso dinámico y sistemático, el cual no se aplica una vez, sino permanentemente,
en cada una de las fases del ciclo de vida.
Desde una perspectiva de gestión, la producción más limpia es un instrumento de los programas de producción y consumo
sustentables que promueve las Naciones Unidas
y que son implementados por los
gobiernos de numerosos países.
Los recursos y las emisiones correspondientes
a cada etapa del ciclo en su totalidad dependen en gran medida del marco
general de políticas que incide en todo el sistema y de las regulaciones
específicas que inciden en cada etapa. También dependen de los valores y las
preferencias sociales, así como de la innovación tecnológica, aspectos en los
que influye asimismo el marco legislativo y regulatorio.
En este contexto, la tecnología
más limpia es sólo un elemento integral, pero parcial, dentro del
concepto de producción más limpia, ya que éste incluye otros elementos como las actitudes y prácticas gerenciales de
mejoramiento continuo de la gestión ambiental.
La Organización de las Naciones Unidas para el
Desarrollo Industrial (ONUDI), en colaboración con el PNUMA, ha apoyado el
establecimiento y la operación de centros nacionales de producción limpia.
Actualmente existen 12 Centros en América Latina y el Caribe, que se coordinan
a partir de una red regional de producción limpia, y un número aún mayor de
instituciones dedicadas al tema que operan en la región con modalidades
equivalentes. Los Centros apoyan a las empresas en la implementación de métodos
y prácticas de producción sostenible, incluida la utilización eficiente de los
recursos, el manejo sostenible de los productos químicos, la gestión de los
desechos y la responsabilidad ambiental y social corporativa. Una de las
principales áreas de actividad de los centros de producción limpia es la
provisión de asistencia a las pymes de la región.
Según un estudio presentado
por la ONUDI durante la quinta Reunión del Consejo de Expertos de Gobierno en
Producción y Consumo Sostenibles (Colombia, septiembre de 2009), la labor de 19
instituciones nacionales que ofrecen servicios de producción limpia ha
permitido llegar a cerca de ocho millones de pymes en la región. Los sectores
agroindustrial (alimentos, bebidas, café, lácteos), químico (productos químicos,
plásticos, pintura) y metalmecánico son los que más asistencia han recibido por
intermedio de los centros.
El éxito de la implementación de programas de P+L se sustenta en sólidos resultados como la reducción del consumo de agua en un 35%, del consumo de energía de un 20%, de la generación de residuos en un 30%, y de las emisiones de dióxido de carbono en un 25% (PNUMA, 2009) y que redundan en Desarrollo Sostenible.
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